El hombre conoce que es pecador pero como vive en él no es conciente de lo extremadamente pecaminoso del pecado. El caso de Isaias, Moises, el apostol Juan en Apocalipsis y la transfiguración de Cristo son una clara evidencia de que no somos concientes de cuan extremadamente pecaminoso es el pecado hasta que no somos expuestos a la Santidad de Dios.
Estas evidencias pueden ser vistas al estudiar los casos y nos dan una perpectiva clara de cuan Santo es El y lo que pudiera pasarnos si nos presentaramos sin un intermediario que nos proteja de su Santidad; cuando digo esto quizas pudieras pensar que con estas palabras muestro a Dios como un mounstro celestial al cual nadie deberia acercarse pero una teología biblica sobre su Santidad realmente nos ayudará a apreciar más a Cristo y desligarnos de nuestra propia justicia.
Veamos que sucedió en Mateo 17:1-8, estos versiculos hablan de la transfiguración de Cristo la cual es relatada por todos los evangelios. Estos versiculos muestran que Jesús subió a un monte alto con los tres discipulos mas intimos Pedro, Jacobo y su hermano Juan y allí mientras oraba su rostro y sus vestidos se volvieron tan blancos que no podian compararlo con nada terrenal (Lucas 9); esta forma celestial de Cristo no habia sido vista por los discipulos nunca antes y mientras estuvo en la tierra nunca más sucedió. Los discipulos que estaban acostumbrados a ver a Cristo de cierta forma ahora ven una gloria incomparable, ven a Jesús con un rostro con mayor luz que el sol y sus ropas tan blancas que ninguna persona que lava pudiera ponerla tan blanca; una majestad parcial fue vista por los discipulos y no tan solo esto sino que le aparecieron también Moises y Elias, hombres que se "suponia" estaban muertos, hablando con Cristo sobre su muerte por el pecado de su pueblo.
El punto climax de este evento es como recuerdan, que aun estaba Pedro hablando proponiendole a Cristo permanecer en esa gloria haciendo tres enramadas cuando de repente una nube de luz desciende sobre todos ellos y una voz desde la nube que dice:
" Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido. A El oid".
Mateo 17: 5(b) BTRV
El Padre Santo y Sublime descendió sobre su Hijo y fue oida sus voz, los discipulos cayeron sobre su rostro y dice la escritura que temieron en gran manera. Soy de los que piensan que la acción de los discipulos fue resultado de la Majestad de Dios. La presencia de Dios no solo es poderosa y majestuosa sino que produce en nosotros los humanos y también demonios el que doblemos las rodillas en humillación y exaltación. Los demonios al ver a Cristo le reconocen como el Hijo y se arrodillan clamando que no les atormente antes de tiempo y le han pedido incluso favor para no ser enviados a carceles de oscuridad sino pasar a cerdos como sucedió con el gadareno.
Por la presencia del pecado en nosotros y la Majestad de Dios nos era necesario un mediador, un intermediario que pudiera llevarnos a Dios el Padre sin la expectación de juicio y muerte. Te imaginas que tuvieramos que lidiar directamente con esta santidad de Dios que nos produce este gran temor y juicio por el pecado. No podemos creer con estas evidencias que si vamos a Dios y nos presentamos sin Cristo que nos ira bien, más bien el espanto y el terror nos colmaría hasta la condenación eterna. Pero gracias a Dios por su Hijo que siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse y se humilló doblemente haciendose hombre y muriendo en una cruz para pagar por el pecado que nos alejó y nos incapacitó para estar en su presencia.
Nos era necesario un intermediario ante el Dios Santo y Sublime el cual nos ama pero en ninguna manera pondria en poco su Santidad, el bendito y maravilloso JESUS fue provisto para hacernos aceptos por su sangre derramada y ahora los que hemos recibido su salvación podemos levantarnos sin temor ante la presencia majestuosa del Gran Rey.
Aunque su majestad permanece y nos arrodillaremos cuando nos presentemos ante El ya no esperaremos temor, juicio y muerte. Bendito sea nuestro intermediario, nuestro intercesor ante Dios porque ya podemos entrar confiadamente al Trono de su Gracia.
Dios les bendiga.
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